En tiempos de emergencia de salud pública por el covid-19, los colegios creamos diversas propuestas para garantizar la continuidad del aprendizaje: clases sincrónicas, espacios de trabajo autónomo, envío de recursos a casa, diseño de evaluaciones en plataformas virtuales, entre otras. La misión emergente estaba clara: era necesario cerrar las instalaciones, pero la educación debía continuar.
Hoy más que nunca, la sociedad evidencia que la educación de calidad va más allá de los aprendizajes.
Con el aprendizaje a distancia reconocemos que las competencias para la vida son esenciales, que los proyectos educativos deben tener procesos de mejora continua, que la modernización es necesaria porque las generaciones son cambiantes, y que no podemos ser maestros del siglo XX para estudiantes del siglo XXI.
Un reto mundial nos permitió seguir invirtiendo en educación con más fuerza, convencidos de que, si no lo hacíamos, el costo social sería aún más alto que el nivel de pobreza que dejará la emergencia.
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Educación a distancia: parte de la solución a la crisis
Hoy no existen excusas para brindar los mejores recursos y acompañar el aprendizaje de todos los estudiantes en casa.
La seguridad, las interacciones, la infraestructura tecnológica y las competencias emergentes han aportado a que aprender en línea sea parte de la solución en esta crisis.
- La seguridad
El aprendizaje es posible únicamente en espacios libres de riesgos físicos y emocionales.
El primer eje priorizado durante el inicio de la crisis fue enfocar la conexión en la salud emocional de los estudiantes en casa, rescatar las rutinas de bienestar y cuidado personal, y adicionalmente en garantizar que ellos, los docentes y los padres se adaptaran a los recursos disponibles, metodologías y propuestas de cada colegio.
Por otra parte, fue necesario acompañar a las familias para garantizar el control parental requerido con el uso de insumos tecnológicos que estarían en manos de sus hijos a partir del aprendizaje a distancia.
- Las interacciones
Aunque en el estudio remoto la esencia social del ser humano se ve interrumpida por una pantalla, en el colegio hemos buscado mantener la emoción y la motivación por aprender.
Adicionalmente, todos debemos reconocer empáticamente al otro (docente o compañero de clase) como alguien que pasa por el mismo desafío. Los encuentros para iniciar el día, el horario de clases sincrónicas, no dejar de ver a ningún docente y además emprender trabajos colaborativos a distancia, han sido retos para todos.
Sin embargo, las comunidades educativas se han fortalecido gracias a la participación de las familias.
Con el aprendizaje a distancia, padres que habían tomado un rol más pasivo frente a la educación de sus hijos, reconocieron el gran valor de su acompañamiento y empezaron a ejercer el rol activo que siempre se ha necesitado.
Hoy los padres también están en las clases, y el ambiente de aprendizaje de todos se enriquece. No solamente porque se consolida el rol del adulto acompañante en el proceso, sino porque se pueden identificar prácticas extraordinarias y oportunidades de mejora.
- La infraestructura tecnológica
Muchos colegios contaban con plataformas tecnológicas seguramente subutilizadas para la gran potencia que tenían.
Sin embargo, robustecer el uso de dicha infraestructura implicó no solamente procesos de familiarización por parte de padres, estudiantes y docentes, sino también generar protocolos de comunicación únicos que permitieran facilitar la interacción con los recursos disponibles en cada plataforma.
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- Competencias emergentes
Sin duda alguna, la crisis actual demuestra que debemos seguir insistiendo en ser ejemplo de las competencias que esperamos que nuestros estudiantes consoliden para los retos del siglo y su propia vida.
Sin duda, durante la emergencia sanitaria hemos puesto a prueba las muy conocidas 6C´s de las competencias del siglo XXI: colaboración, creatividad, carácter, ciudadanía, comunicación y pensamiento crítico.
Sin embargo, se posicionan con gran fuerza las competencias para la vida, que finalmente abarcan otras emergentes.
Ellas son el empoderamiento de los procesos de aprendizaje, la metacognición para reflexionar sobre lo que se ha aprendido y lo que falta, la autonomía para garantizar el cumplimiento de la propuesta educativa, la empatía para reconocer que esto nos está pasando a todos y la ética para ser ejemplo de ciudadanía digital y honestidad.
Más allá del debate de cuál modelo de educación es mejor o más costoso, todos debemos estar convencidos de la inversión social que estamos haciendo al continuar en el sistema educativo. Los niños, niñas y jóvenes seguirán cumpliendo años y tienen el derecho de seguir aprendiendo.
El tiempo que pasa no regresa, y en términos educativos no podemos permitir que una generación esté en riesgo por la interrupción de sus aprendizajes y ausencia de fortalecimiento de sus competencias.
La familia y el colegio deben enfrentar como aliados el gran reto de continuar con el aprendizaje a distancia. Nunca habrá un costo mayor que olvidar que la educación es esencial, primordial y un derecho de todos. El aprendizaje a distancia es parte de la solución y no del problema.
Artículo escrito por: Mónica Ramírez Peñuela. Rectora, Colegio Nuevo Cambridge.