Desconectarnos para reconectarnos

Desconectarnos para reconectarnos: Dispositivos sí, pero no así

Recientemente se ha vuelto a discutir el papel de la tecnología en el acompañamiento de los procesos de formación y educación de niños, niñas y adolescentes, especialmente el uso de dispositivos móviles con los que interactúan frecuentemente y por los que acceden a plataformas y aplicaciones cuyos algoritmos logran conquistar su atención y foco. Si duda, es muy importante que los derechos de los menores de edad, su bienestar, salud mental y física y educación sea el centro de la política digital en las instituciones educativas.

Conoce más detalles de la política de regulación de celulares implementada en los colegios Cognita - Redcol

¿De dónde venimos?

Cuando los dispositivos de comunicación llegaron a los colegios, imaginamos que potenciarían el aprendizaje y que lo único que necesitábamos era unas normas de uso aceptable de la tecnología incluidas en el manual de convivencia para regularlos y estrategias de aula que les permitieran a los estudiantes aprender más y mejor. De hecho, aparecieron tendencias entre las que podemos contar “un computador por estudiante”, “Campus con 100 % de conexión - wifi” y otras muchas plataformas de “participación en línea” para mejorar las didácticas y mantenerse enfocados en el estudio. Estas tendencias hicieron que algunos colegios implementaran la tenencia de computadores con políticas que permitían llevar incluso computador personal, tabletas y, más recientemente, teléfonos inteligentes en las aulas. Esto fue reforzado durante la pandemia del COVID 19 que nos obligó a que todos tuvieran acceso a internet de forma permanente, y en algunos casos no estuvo acompañado de un claro un diseño instruccional acorde con el modelo de cada proyecto educativo.

 

El regreso a los campus entonces se acompañó de nuevas formas de interacción y de estudiantes con sus computadores, relojes inteligentes y dispositivos móviles, que los llevaron a seguir conectados en todo momento y lugar.

 

Así que ahora no es extraño encontrar grupos de niños, niñas y jóvenes que se sienten reunidos durante el descanso en un campo de fútbol, mientras miran videos en sus celulares o tabletas. Y ni hablar de los estudiantes que chatean o comparten información por redes sociales con personas externas a los colegios durante las clases.

¿Qué han encontrado recientemente?

Con este cambio en la educación que prometía ser un boom en el aprendizaje y el acceso al conocimiento, se empezaron a hacer esfuerzos por avanzar en estrategias de gamificación, simuladores, laboratorios digitales, entre otras; buscando insertar a la escuela en ese nuevo mundo digital. Lamentablemente, los estudios recientes muestran que no profundizamos adecuadamente para mantener o recuperar la interacción social y presencial, que algunos ya denuncian como tradicional.

La UNICEF en el boletín del estado mundial de la infancia revela tres tipos de riesgo que los menores de edad están enfrentando en el uso de la tecnología sin la debida regulación: riesgos de contenido, riesgos de contacto y riesgos de conducta.

 

  • Riesgos de contenido: el menor está expuesto a contenido inapropiado o no deseado, esto puede incluir imágenes sexuales, pornográficas y violentas; formas de publicidad; material racista, discriminatorio que defienden conductas poco saludables peligrosas, como autolesiones, suicidio entre otras.
     
  • Riesgos de contacto: participación en conversaciones arriesgadas que buscan persuadir al menor, motivarlo o incentivarlo a tener conductas que no han sido aprobadas por un adulto responsable.
     
  • Riesgos de conducta: cuando el menor de edad contribuye a la construcción y distribución de material que ridiculiza, burla genera afectaciones en la imagen de otros menores de edad sin la conciencia del impacto que generan burlas, faltas de respeto o de tolerancia frente a la diferencia.

De acuerdo con la UNESCO la tecnología se menciona en seis de las diez metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible relacionado con la educación. Estas menciones reconocen que la tecnología influye en la educación a través de distintos medios, como recursos, método de enseñanza, habilidad, herramienta de organización y proporcionando un contexto social e incluso cultural. Sn embargo, su uso excesivo o inadecuado puede ser perjudicial, ya que los niños, niñas y adolescentes pueden tardar hasta 20 minutos en recuperar su total concentración después de distracciones con su teléfono.

 

El informe Global Education Monitoring Report GIM de 2023, analiza cómo la tecnología puede abordar desafíos educativos como el acceso, equidad e inclusión, el avance tecnológico, la calidad, al mismo tiempo que reconoce que algunas soluciones propuestas también pueden tener efectos negativos. De igual manera, en cuanto a gestión de sistemas, el informe destaca tres condiciones: acceso a la tecnología, regulación de la gobernanza y capacitación docente, las cuales deben cumplirse para que la tecnología educativa alcance su máximo potencial.

 

Todo parece indicar que el uso irrestricto y generalizado de dispositivos móviles y el acceso a redes sociales digitales por parte de niños y niñas desde muy temprana edad, empieza a tener repercusiones en los niveles de ansiedad y el desarrollo de depresión, interfiere con actividades sociales y con el desarrollo de habilidades que requieren la interacción presencial y física con otros, se generan riesgos en materias de ciberacoso, entre otras.

¿Qué hacemos entonces?

Más allá de repetir que “los teléfonos inteligentes llegaron para quedarse”, sin que medie un grado suficiente de análisis, revisión y ajuste; es importante recordar la responsabilidad que tiene la sociedad, el estado y la familia en la garantía del derecho a la educación. Esto debe conducir a un sano debate sobre los límites, derechos y deberes que surgen en esta nueva ola de avances tecnológicos, que ahora viene acompañada de impresionantes avances en el desarrollo de inteligencias artificiales, cuyas bondades se socializan rápido, pero sus riesgos no deben dejarse para las mentes brillantes de Hollywood. Son reales, hay que estudiarlas y hay que revelar y defender siempre lo humano.

 

Es urgente, además, trazar las líneas de lo permitido, de acuerdo con las etapas de desarrollo de niños y niñas, evitando que se repitan casos gravísimos de afectación al desarrollo neurológico por la interacción excesiva con dispositivos móviles desde los primeros meses.

 

Sobre todo, la primera infancia requiere atención especial, evitando aminorar los graves efectos que ha tenido la temprana asimilación del mundo digital, muchas veces haciendo de parques y deportes algo ajeno, extraño e innecesario. Es allí en estos parques donde antes de la llegada del teléfono inteligente o los otros avances digitales que nuestros hijos aprendieron como resolver conflictos, liderar con la frustración y superar situaciones sociales que hoy en día estamos viendo con mucha más frecuencia en los colegios.  En algún momento los padres de familia reemplazaron estos espacios libres de juego entre compañeros con teléfonos, videojuegos y tabletas.

 

En el aula, contamos con herramientas tecnológicas que dinamizan las clases y que llaman la atención de los estudiantes, lo cual ha logrado que los docentes capten el interés y atención del grupo, pero esta atención es temporal, corta y en especial en preadolescentes y adolescentes, se dispersa rápidamente, cuando el docente no cambia de manera acelerada la instrucción o interfaz, puesto que vienen acostumbrados a la avalancha dinámica de contenido de las redes sociales, lo que les ha generado cierta adicción y necesidad de estímulo por contenido.

 

 Es hora de volver a algo más parecido a los tiempos antes de la prevalencia de tanta tecnología, sin dejar de valorar los avances tecnológicos y usarlos como las herramientas poderosas que son.

Conclusión

Se vale restringir el uso de teléfonos inteligentes, se vale incluso buscar espacios libres de conexión a internet para recuperar caminos hacia el desarrollo de habilidades sociales que una y otra vez se denuncian faltantes en el mundo de hoy. También se vale, por supuesto, lo contrario. Sin embargo, lo que definitivamente hay que evitar es pretender que los dispositivos móviles deben permear la vida escolar sin regulación o restricción alguna, pues las consecuencias de ello pueden ser graves y no tener reversa.

 

Escrito por: 
Paola García - Vp. Education
Santiago Castro - Vermont School & Gimnasio del Norte Headmaster
Liliana Medina - Colegio Británico de Cartagena Headmistress
Carolina Charry - New Cambridge School Headmistress
Patrick Bauch - Bureche School Headmaster
Germán Nieto - Arboleda School Headmaster
Angélica Manjarrés - Newport School Headmistress
Patricia Escobar - New Cambridge School - Cali Headmistress

María del Rosario Concha - Santa Francisca Romana Headmistress

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